El de la Inmaculada Concepción es un misterio profundo y fascinante que nos revela un aspecto de la figura de María que merecería infinitas disertaciones y reflexiones. Al mismo tiempo, incluso un niño podría entender cuán valioso es el regalo que Dios le ha hecho a esta sencilla y humilde niña, como la hizo especial entre todas las mujeres. Si tuviéramos que explicar el misterio de la Inmaculada Concepción a un niño, deberíamos contarle acerca de María, una niña como tantas, que vivía con su mamá y su papá y soñaba con una vida hecha de cosas simples, una familia, un novio, tantos niños, y cómo un día se le apareció un hermoso ángel que se volvió hacia ella y la saludó así: “Ave, llena de gracia. El Señor es contigo”. Porque, de hecho, María no era una chica común, ¡realmente no! Dios la había elegida para algo muy especial, algo que había decidido hace tanto tiempo, mucho antes de que María naciera, antes de ser concebida en el vientre de su madre, Santa Ana. Dios había decidido que María debería haberse convertido en la madre de Jesús. De hecho, el hermoso ángel, cuyo nombre era Gabriel, le habló suavemente y le dijo que ella un día habría tenido un niño, un niño muy especial, porque habría sido Jesús, el hijo de Dios. Pero Dios, que es tan bueno y sabe todo, no podía elegir cualquier chica como la madre de su único hijo. Por lo tanto, mucho tiempo antes de que María naciera, él decidió que ella habría sido pura, inmaculada, como la nieve, que habría nacido sin pecado original y no habría cometido ningún pecado en su vida, aunque pudiera elegir en cualquier momento de su vida, entre el bien y el mal. María, que era realmente una chica especial, porque era buena, juiciosa y llena de amor, decidió entregarse a Dios, y lo hizo con alegría y humildad, diciéndole al ángel Gabriel: “Aquí está la sierva del Señor”. Es lo que cada uno de nosotros debería hacer todos los días, confiar en Dios y entregarse a Él cuando nos llama por nombre y nos pide que hagamos frente incluso a las pruebas más difíciles. A diferencia de María, nacimos con el pecado original, pero el Bautismo nos lo quitó, y desde ese momento podemos decidir entre el bien y el mal, elegir si queremos ser buenos y “especiales” como lo fue María.
Vídeo de la Inmaculada concepción
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